sábado, 5 de mayo de 2012
Querido diaro:
Anoche albergamos a un desconocido en casa. Bueno, en realidad es compañero de la mestría que empecé hace unos meses. Lo único que sabía de él era que venía todas las semanas desde Lincol, que es un pueblo cerca de Junín donde vive, que viene trabajando en un proyecto donde estudia la forma de asociación obrera que fue el desenlace de una primaria organización regional de campesinos minifundistas que plantaban zapallo. (lo contó esa misma tarde en la clase de microhistoria)
Se eso y que la noche de ayer no tenía donde quedarse a dormir porque le cancelaron los dos hoteles probables donde podía quedarse. Instantáneamente lo invité a la habitación libre que tenemos en casa. Si, lo hice de verdad, no lo dude. A Vic mucho no le causo gracia, pero terminó comprando las pizzas para que comiéramos los tres y al final de la noche me dijo que le había caído bien el pibe. A mi también, teniendo en cuenta que no sabía nada de él.
Terminó siendo menos incómodo de lo que cualquiera pudiera pensar. Hoy me di cuenta que estuvo bien la situación, que estaba orgullosa de intentar tratar a los demás como me gustaría que me traten a mi. Que tenía que anotarlo en la lista de orgullo propio que quizás uno de viejo se construye mentalmente.
Hoy me di cuenta que están pasando los años, y no soy re grande, pero soy grande, y que el camino cuesta arriba es dificultoso, pero hay que apostar siempre.
Si, así, re winamp y final feliz.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario