lunes, 23 de abril de 2012

De Catennaccio, el demonio omnipresente, múltiples formas del mal, un litro de vermouth y cosas que componen la kriptonita



Sábado, 24 pliegues en la guirnalda que pende en la pared, suena algo así como hip hop brasileño (una de las cosas más sinsentido de la globalización)

¿Qué pensará el diablo (asumiendo que este existe) de los músicos que hacen metal en su honor? Imagino la escena, la mujer del diablo (seguramente tiene un harén de antiguos poderosos a los que sodomiza a piaccere)diciéndole:"Dale, levantate que tenés que ir a recibir a la banda "Caníbales de Corazones"?" y él: "¿Quienes?..dejame...que vaya...no sé..el alma de Pelé". Entonces ella le explica que son una banda venezolana que había ganado 45 adeptos para sus filas, que tocaban death metal y esperaban conocerlo hace mucho. Que habían pagado mucho por el trip que se estaban pegando y que el cambio de horario...en fin, el diablo se levanta y piensa que en el fondo se había exaltado demasiado la estética (mientras se lava los dientes con sangre de niños irakíes), un poco le están empezando a caer mejores los iluminati, aún aburridos siempre lo recibían con mejor morfi y además se vestían mejor. Espera el beso de Nikita (Kruschev, su mujer) y se da cuenta que hasta los de Goldman & Sachs son más simpáticos y le habían regalado acciones y todo después de su último pacto.                                               Pero trabajo, es trabajo.


Me pregunto también si no será una cuestión humana sentir que interferimos en algo en algún momento de manera involuntaria y para mal. Es como ese momento en el que uno viene caminando distraídamente y alguien que viene corriendo lo choca y tarda en pasarlo, de golpe al darnos vuelta vemos que de la manera más imbécil y sobradora se le va el bondi que esperaba a quien nos chocó y, un poco nos sentimos mal. Tal vez el juego del destino sea justamente llevarnos a hacer el mal aún sin conciencia ni dolo. Esto alimentará generaciones y generaciones de karma a pagar en mil minicuotas en un super tibetano.

Por ahí es eso.



En alguna oportunidad me he encontrado diciendo que el piano es la máxima expresión de la razón humana bien aplicada, que la humanidad tendría que haberse dejado llevar por el instinto porque (sacando el cine y algún otro invento más) el 80% de lo que inventó después fue una garcha o algo pensado para hacer el mal directamente. Esto lo sigo pensando y he llegado a la conclusión de que "el anti-piano" o sea el punto anterior es el hip hop en casi todas sus formas, pero particularmente en portugués. Un sinsentido absoluto, nada menos atractivo que esa lengua tan dulce, hecha para las canciones de Caetano o inclusive hasta para el rock, llevada a una especie de repetición maquinal de un tambor (inexistente y artificial) que parece estar escupiendo y a un fraseo rápido y que rozaría el rídiculo (para mí lo hace de todos modos) si lo escuchásemos en una voz normal. Si hasta la verdeamarelha trabaja la pelota parada como el más mezquino equipo italiano (se los perdona porque llevan la burrancia en la sangre), no me tendría que sorprender...








*El contenido de este post es mera opinión, no es su intención ofender a cualquiera de los citados como ejemplos.

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